La leña de encina, conocida por ser la más dura y pesada, resulta especialmente apropiada para chimeneas tradicionales construidas de forma sólida y abierta. Este tipo de leña proviene del árbol de encina, que prospera en la cuenca mediterránea. Dada su naturaleza de crecimiento lento, la madera de encina es caracterizada por su dureza, peso sustancial y bajo contenido de humedad.

La combustión de la leña de encina destaca por generar abundante brasa y una llama modesta. Aunque encenderla puede ser un poco más desafiante y su combustión es lenta, resulta ideal para mantener el fuego encendido durante extensos periodos, siendo particularmente beneficiosa para chimeneas tradicionales de obra, ya que la brasa que produce es la principal fuente de calor.

Además, la leña de encina es excelente para asar carne a la brasa, gracias a su brasa consistente y duradera. Es importante mencionar que la leña de encina verde también arde, aunque con mayor dificultad que cuando está seca.